En un reino lejano, hubo una gran guerra. Fue terrible, pues los enemigos mataron mujeres y niños sin piedad. Un valiente capitán del reino salvo a dos hermanos. Los llevo bastante lejos, intentando dejarlos en pueblos diferentes. Al no poder separarlos, el único que acepto quedárselos fue un herrero en la frontera del país, a la orilla del mar.
La vida del hierro nunca es fácil, mas peleando aprendieron a defenderse del resto del mundo. Poco a poco fueron abstraídos por el mar, sus inmensas olas y las grandes naves al desaparecer como ocultándose en el horizonte. Así les nace un cariño e interés especial por el mar. Intentaron en múltiples ocasiones viajar enrolándose a algún barco... mas siempre fueron rechazados, pues aún eran muy jóvenes y no tenían utilidad para ellos.
Un día, ancla a las orillas del pueblo un enorme y veloz barco, el capitán era un reconocido Corsario de Inglaterra, Sir Paul Halkings, miembro de la burguesía inglesa y temído en las costas de Europa. Esta vez no iban a fallar, así que maquinaron un plan. Dos noches después, se despiden muy tristes del herrero, y se escabullen dentro del barco. A las tres semanas de iniciado el viaje, son encontrados por la tripulación en la sala de armas, casi muertos… deshidratados por el agua de mar y famélicos. Los golpean y los llevan al mástil principal, siendo atados para su ejecución. Sale el capitán del barco y al verlos tan maltrechos y casi muertos, ordena dejarlos ahí hasta que mueran naturalmente. Pasó una semana… dos semanas más… aun muriendo amarrados al mástil. El capitán vio con sorpresa que aún respiraban, así que, muy curioso, ordena liberarlos bajo la siguiente frase “…han demostrado mucha resistencia, pueden servir para la vida en el mar... además, necesito gente quien limpie el barco”.
Pasaron meses sirviendo como tripulación, trabajando duro y haciendo camaradas entre los piratas. Un día, se cruzaron con una flota española. La batalla fue campal y estando en desventaja numérica, el barco quedo hecho cenizas. Muchos murieron y un grupo pequeño se aferró a la vida llegando a la orilla de una isla, ahí llegaron los dos hermanos y entre ellos el capitán que había sido encontrado inconsciente y bastante mal herido, pues se quedó en el barco hasta el último cañonazo recibido. En muestra de gratitud, ellos cuidaron del capitán, lo curaron y ayudaron a sobrevivir en la isla por casi 4 meses, hasta que llego un barco ingles a rescatarlos.
El capitán, al ver que eran jóvenes nobles, los “adopto" en su barco, pues no tenían a donde ir después del incidente. Así se convirtieron en su sombra frente a todo combate, el los instruyo en los misterios del mar, los adiestro en diversos artes de combate y estrategias militares, muy feliz al ver que aprendían ávidamente. Después de unos años de viaje y al verlos crecer, los envió a estudiar a la universidad de la capital, pues no quería que pasen su vida luchando y corriendo los peligros del mar. Pasaron tres años estudiando con singular éxito, pero ellos necesitaban vivir y correr aventuras. Hablaron con su nuevo "padre" y confiaron que viajarían por el mundo encubiertos, irían a visitar al herrero que los adopto y lucharían por hacerse de una valía propia. Así, cuando logren gloria, regresaran al hogar con la frente en alto a seguir luchando al lado del capitán.